Así que autovía dirección Vic y parada a dejar los coches en la Garriga, donde el aire fresquito de la mañana engaña bastante porque no hay una nube en kilómetros. Breve preparación con cambio de cámara antes de salir (si es que ya pinchamos hasta por meter la bici en el coche, jajaja) y entramos en la autovía esperando que ningún camión se nos acerque demasiado.
Subida con paso por un túnel sin iluminación y en nada entramos al Figaró, para tomar dirección a la estación de tren y coger la carretera a Montmany. A pleno soletón, dale para arriba por carretera rollo Tour, donde no pasaban ni los lagartos, hasta que llegamos a la masía desguace (¿pero quién vive ahí? caballos, cerdos, perros, bicis, motos, coches, máquinas expendedoras, chatarra, etc.) y empieza la tierra y las primeras dificultades...rampitas de lujo llenas de piedras y rocas donde se hace un tanto complicado mantener el pedaleo.
Ya con el sol haciéndose notar de lo lindo, la subida no cesa hasta llegar al Santuari de Puiggraciós, para parar a refrescarnos en la fuente y comentar la ruta a seguir, ya que si tiramos para abajo, volvemos a la Garriga en un plis. Por lo tanto, nos pegamos unos kilómetros por los Cingles de Berti (unas vistas de lujo), donde el terreno sigue siendo rocoso pero ya algo más plano. Llegamos al Castell de Clascar, seguimos hacia La Trona y nos damos media vuelta antes del Collet del Soler...donde nos cruzamos por primera vez con una ciclista.
Volvemos hacia atrás por la misma pista disfrutando del trazado bacheado con algo de bajada, mirando los precipios laterales (ahí no te encuentra ni el 112) y haciendo un poco el cabra, jeje, para calentar las suspensiones y llegar de nuevo al Santuari de Puiggraciós. Sólo quedaba encarar la última bajada a cuchillo en sentido Serrat de l'Ocata, improvisar trialera por aquí y trialera por allí (las últimas lluvias han dejado todo lleno de zanjas y tierra amontonada), por un terrero totalmente distinto al rocoso anterior, ya que este tramo parecía una playita con tanta arena; vamos haciendo diversas paradas para recuperar el aliento y estirar los brazos, y ver por donde hay que tirar. Aunque se trata de una zona con mil caminos, donde es cuestión de bajar sin contemplaciones puesto que sólo hay un final posible, ya que todas las opciones dan a parar a la Garriga.
Una vez abajo, nos toca cruzar todo el pueblo para volver a los coches, cargar las bicis y liquidamos subiendo a Centelles a papear tranquilamente.
http://dl.getdropbox.com/u/763559/20090925_La_Garriga.kml
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Pedaleando: Sergi, Pikers y Albert.